Autorretratos de pintores

Estos son algunos defectos generales de los artistas y por lo cual a veces son geniales y otras dan ganas de matarlos.

Grandes defectos:

1- Vanidosos, egoístas, idealistas y hedonistas.
Si no eres egoísta no decides expresarte, ni te puedes atrever a mostrar tu corazón con una obra. Y sólo el hedonismo, el placer que nos aporta la creación, nos da energía para continuar la obra, que tantas hora cuesta.
Así que este egoísmo tiene que ocurrir de vez en cuando para que ocurra la obra. Nadie defiende el arte ni a los artistas, así que, o somos egoístas y creamos la obra porque nos da la gana o nunca podría ser creada; ni por dinero, ni por intereses, ni obligaciones. Sólo por nosotros mismos y nuestros deseos personales.
Igual que la vanidad y la autoestima muy alta son necesarias para poder creer en nosotros mismos, a pesar de todas las críticas.


2- La obstinación.
Lo que se dice, ser cabezota. Es absolutamente necesario, aunque en ocasiones nos perjudique mucho.
Si el carácter del artista es de ese tipo que cambia de opinión fácilmente, entonces no será capaz de plasmar las ideas iniciales que se le hayan ocurrido. Y si la imagen mental varía, se convierte en otra idea por la influencia de los demás o el paso del tiempo, entonces pierde la magia. Las ideas nacen de repente y si dejamos pasar un tiempo, empiezan a transformarse en otras cosas, que no contienen el sentimiento original. Las perdemos y al darnos cuenta nos sentimos frustrados.
Hay que se obstinado y poder rápidamente sujetar la idea y hacer lo que sea necesario para conseguir plasmarla antes de que empiece su metamorfosis en otras ideas que no son lo que queremos.
Cuando una idea se va, mejor dejala ir del todo, porque si no, la frustración es enorme.
Una imagen mental vale más que mil palabras, así que razonando no se va muy lejos cuando una persona prefiere seguir con la imagen. Sólo otras imágenes son capaces de modificar la idea inicial.

3- Descuidados, olvidadizos y faltos de atención con las personas que nos rodean.
Va por días pero a todos nos pasa. Ya es muy difícil mantener la mente en ideas, técnicas, métodos que nos sirvan a nuestros complicados objetivos, etc… como para encima acordarse de los detalles de las otras personas.
Necesitamos mucha concentración para que no se nos vaya la inspiración repentina. Si estamos en ese momento, mejor no me digas nada, que me mareas!
Pero aprender a cuidar de los demás es algo que se tiene que aprender. En este caso, lo mejor es tener claros los motivos y objetivos personales. Si quieres que se acuerden de ti, hazle tomar conciencia de qué lugar ocupas en su corazón. El segundo, claro, después del arte.

4- Impulsivos, pasionales y agresivos.
El mismo tipo de energía repentina que nos hace ver el duende, a la musa y que el genio, es esa velocidad mental que liberamos de golpe. Nuestra mente no puede ser tan calculadora y meditativa, ni tranquila o pasiva. La rapidez es fundamental. Un segundo pasa por la mente con la idea que buscábamos y sólo en otro segundo tomamos conciencia. Necesitamos agarrar rápido el papel donde apuntarlo porque si no, se nos va. Y entonces si que nos entra mal genio…. o nos ponemos a llorar. Además tenemos que fomentar esa capacidad para tener ideas repentinas, con lo que hay que aprender a tener velocidad mental.
Como consecuencia, no vamos a dominar nuestras pasiones, ni reprimiremos la agresividad, y buscaremos continuamente la espontaneidad y los impulsos. De ello depende que las musas y los duendes nos visiten de vez en cuando. Cuanto más racional esté nuestra mente, menos ideas fuera de lo normal se nos van a ocurrir. Y buscamos ideas nuevas, desconocidas y sorprendentes.
Remedio: Tocar en suelo de vez en cuando no nos vendrá mal. Pero cuidado con ser realistas… porque es un auténtico mata-artistas. Hay que vacunarse contra el realismo o no podremos soñar.

5- Solitarios.
Cuando tenemos que resolver el problema de cómo hacer algo, tenemos que pensar en silencio.
Sólo en la soledad nos encontramos a nosotros mismos, y toda obra es un trocito de nuestro interior que sacamos a fuera para los demás. Nuestra soledad dará como fruto algo que compartimos de una forma física y sincera, nuestros hijitos-obras.

6- Vividores, aventureros e insatisfechos.
Cuando no está la musa, nos volvemos locos buscándola. Sin más, el tedio es lo peor para un artista.

Algunas virtudes:

Somos trabajadores y entregados.
Necesitamos de los demás para poder comprendernos a nosotros mismos.
De repente podemos hacer algo sorprendente y que no podíamos imaginar.
Vemos cosas con magia en los sitios menos esperados.
Estamos ocupados en la mejor de las tareas, la creatividad.
Divertimos y entretenemos. Buscamos lo mejor de la vida.

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